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La ginebrosa

Bienvenidos a la Ginebrosa, localidad del Bajo Aragón situada en el interfluvio del Bergantes y el Mezquín, a 28 kilómetros de Alcañiz. Su topónimo procede del término “ginebre”, enebro en catalán, en referencia a la abundancia de este arbusto en la zona.

Existen testimonios de antiguos asentamientos como el poblado ibero encontrado en el Monte Catma. El núcleo poblacional actual se origina tras la reconquista cristiana bajo el reinado de Alfonso II, quien donará este territorio a la orden de San Juan. Así, en el siglo XII se inicia la repoblación y en 1291 don Artal de de Alagón, cuya familia gobernaba la zona, concede carta puebla al municipio.

gin02Testigo de este periodo son los restos del castillo de Buñol, dentro del término de la Ginebrosa, a 7 kilómetros de Mas de las Matas, en el que se han rastreado abundantes materiales arqueológicos de época musulmana y de la posterior Reconquista.

Se sabe que en el siglo XVI el rey impidió que la orden sanjuanista vendiese el municipio al Conde de Aranda, hecho que provoca que la Ginebrosa pase a formar parte del territorio dominado por la orden de Calatrava.

De las cinco puertas de la muralla que protegía la población, se conserva únicamente la del extremo sudeste. El trazado del casco urbano refleja la típica estructura medieval, con arcos y pasadizos. Es el caso de la casa Bayle, con planta en “L”, atravesada por un callejón, el edificio que alberga la Casa de Cultura, cuyo pasadizo comunica con la plaza del Ayuntamiento o multitud de arcos como sobre el que se asienta el antiguo convento, el de la herrería, o el arco que comunica la calle Mayor con la calle del Pilar. Para conocer en profundidad este interesante aspecto de la Ginebrosa se ha creado el Centro de Interpretación de Urbanismo Medieval.

Los soportales de la plaza del Ayuntamiento o plaza Mayor, alojan destacados edificios como la casa consistorial, en la que se entremezclan su fase medieval con la posterior etapa constructiva del siglo XVII. Presenta lonja con arcos apuntados y cuerpo superior con arcos de medio punto y balcones de rejería.

Sobresale entre los monumentos de la Ginebrosa la iglesia parroquial de San Bartolomé, edificada en el siglo XIV y reformada posteriormente en estilo gótico. De la fábrica original se conservan el ábside y el primer tramo de naves. El resto del templo corresponde a la segunda etapa constructiva, con profusas bóvedas de crucería, decorativas pinturas murales y estucos, así como la portada a modo de templete y la torre lateral de planta cuadrada. También destacan obras de la arquitectura popular como los lavaderos.

No podemos olvidar otras muestras de interés, como la decimonónica ermita de Santa María Magdalena, situada en la partida de “Las Masadetas”, donde se realiza la “fiesta de las cerezas”. Y dentro de la arquitectura etnológica cabe nombrar su horno de pan, las dos neveras pertenecientes a la “Ruta de las Bóvedas del Frío” o los restos de la antigua presa. Ubicada en el cauce el Guadalope, forma parte del conjunto hidráulico encargado por el infante don Antonio Pascual de Borbón, hijo de Carlos III, a uno de los arquitectos más importantes del siglo XVII, Juan de Villanueva. O el restaurado puente de "Cananillas" que se enclava en un bello entorno natural.

En esta localidad encontramos una nevera comunal que forma parte de la ruta de las Bóvedas del Frío, orientada al noroeste y situada en la cercanía del casco urbano, de planta circular y construida en argamasa y mampostería. El acceso a la misma se ha realizado por la parte lateral construyéndose unas escaleras para el acceso a la zona  baja.  La temática tratada es el desuso y el abandono de los pozos de nieve como tales consecuencias de la implantación del frío industrial. Unas ilustraciones y unos carteles de época nos sumergirán en este apartado de nuestra historia. Esta nevera funcionó como tal hasta el primer tercio del siglo XX.

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RUTAS DESDE LA GINEBROSA

El sendero de las Simas de La Ginebrosa es una ruta circular de gran longitud que puede recorrerse íntegramente o por tramos en función de la forma física y de los horarios previstos por cada senderista.

Desde La Ginebrosa, la ruta ofrece la posibilidad de acercarse hasta la Sima Grande recorriendo las bonitas crestas de la sierra para regresar por el mismo camino, siendo esta parte la más bonita de la ruta circular. Si se recorre la ruta circular entera, tras pasar por la Sima Grande el trazado desciende para cruzar la carretera a Aguaviva y llegar a Las Masadetas,en cuyo entorno se sitúa la Sima Pequeña. A escasa distancia de allí se sitúan Los Fontanales, otro de los atractivos de este recorrido, para llegar a los cuales hay que tomar un desvío señalizado y separarse unos cientos de metros del trazado circular.

Para acabar, la ruta regresa a La Ginebrosa por pistas agrícolas, transcurriendo en algunos tramos paralela al barranco de La Cañada y finalizando junto a la interesante nevera (pozo de nieve) de la localidad.

Pinche AQUÍ para descargar la wikiruta hasta la sima grande.

 

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foz

Bienvenidos a Foz-Calanda, localidad del Bajo Aragón, situada en el valle del río Guadalopillo, a 22 kilómetros de Alcañiz. Probablemente su topónimo procede de la situación geográfica del núcleo poblacional, ya que para acceder al valle donde se encuentra, hay que atravesar una garganta o foz, que lo comunica con el término de Calanda. Otras teorías apuntan a la relación del topónimo con el hecho de su pertenencia al alfoz de Calanda.

De los antiguos pobladores de la zona se han rastreado diversos testimonios en la Cueva Moreno, cercana a la villa, donde se localiza un interesante yacimiento de la época del Bronce Medio. Asimismo, destacables son los restos encontrados de época ibera. Es el caso de los hornos cerámicos de El Olmo y Mas de Moreno, localizados junto al margen del Guadalopillo, a 4 kilómetros de la población. Actualmente se encuentran en fase de excavación y pertenecen a la “Ruta de los Iberos”.

De su historia sabemos que tras la reconquista cristiana perteneció a la orden de Calatrava, pero sus propietarios fueron variando con el paso de los siglos, pasando de las manos de la orden a manos de diferentes familias.


foz06Ubicada en lo alto de la población se encuentra la iglesia parroquial de San Juan Bautista. Se trata de un elegante templo barroco, realizado casi por completo en mampostería, de tres naves, siendo la central de mayores dimensiones que las laterales, que actúan a modo de capillas comunicadas entre sí. Por su parte, integrada en la propia fachada, se alza la torre, con cuerpo superior octogonal de campanas realizado en ladrillo. Sobre la iglesia se encuentran dispersos los escasos restos que se conservan del antiguo castillo. La plaza mayor, localizada en el centro del casco urbano, alberga la casa consistorial, con la típica lonja de entrada y gran alero superior, y la capilla de San Roque, elevada sobre pilares de sillería. Otra de las obras más destacables de Foz es el antiguo horno alfarero, recientemente recuperado, que evidencia la extensa tradición alfarera del municipio, que ha dado hijos como el magnífico escultor Eleuterio Blasco Ferrer, de gran trayectoria internacional.

Igualmente, dentro de la arquitectura etnográfica, se conservan la antigua nevera o pozo de nieve y la balsa de piedra. En cuanto a la arquitectura religiosa de Foz, no podemos olvidarnos de la ermita de Santa Bárbara, realizada en el siglo XIX sobre el monte del Calvario, desde el que se puede admirar toda la población. O la ermita de Nuestra Señora de las Nieves, que se construye en 1979 sustituyendo a la antigua ermita que quedó oculta por las aguas del pantano.

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Finalmente también existen interesantes muestras de patrimonio natural. Es el caso de parajes como la peña del Cucón o la Val de la Piedra, donde se alza una gran carrasca de 14 metros de altura y 32 metros de copa.

 

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Bienvenidos a la localidad de Aguaviva, la puerta al Bajo Aragón desde la vecina provincia castellonense. Situada en la depresión de Mas de las Matas, los ríos Guadalope y Bergantes discurren por sus tierras, en cuyas aguas seguramente se sitúe el origen del nombre de la villa.

Aguaviva se localiza en su actual emplazamiento tras la reconquista cristiana de Alfonso II en el siglo XII. Pasará a depender de la Encomienda de Castellote, primero bajo el control de la Orden del Santo Redentor, seguida de la Orden del Temple y finalmente de la orden sanjuanista.

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En el siglo XVII Aguaviva se independiza de La Ginebrosa, de la que era barrio, y posteriormente pasa a formar parte del Corregimiento de Alcañiz. Asimismo, muy importante fue la batalla que en sus calles se libró en 1838, durante la primera guerra carlista, de cuyo enfrentamiento las tropas gubernamentales salieron victoriosas.

En la actualidad, Aguaviva da testimonio de su presente y su pasado. Si caminamos por sus calles pronto nos topamos con su bella plaza de España, porticada y a dos alturas, unidas a través de una escalinata.

Si continuamos explorando veremos otros ejemplos de arquitectura civil, como los palacetes renacentistas que salpican su casco urbano, entre los que destaca la Casa Mir, situada en la Calle Larga. Sobresale, entre la homogeneidad de los tejados de Aguaviva, la Iglesia parroquial. Magnífico templo barroco, dedicado a San Lorenzo, que se alza en la plaza Mayor. Construida en el siglo XVII, enteramente en piedra sillar, la iglesia presenta planta rectangular de tres naves y cabecera poligonal. Destacan su espléndida torre-campanario, la Capilla del Misterio y la portada lateral, flanqueada por dos misteriosas figuras femeninas de colas serpenteantes. Completan el patrimonio eclesiástico de Aguaviva sus dos ermitas barrocas, localizadas en las inmediaciones de la villa, datadas en el siglo XVII, y erigidas en advocación a San Gregorio y Santa Bárbara. Finalmente, en un municipio tan relacionado con el agua, no podían faltar interesantes ejemplos de patrimonio hidráulico: el antiguo molino harinero, construido en 1738; la nevera, integrada en la ruta de "las bóvedas del frío"; el puente de Cananillas, recientemente restaurado; o el conjunto formado por la fuente y el lavadero.

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Alfombras Aguaviva

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Bienvenidos a Alcorisa, pujante y acogedora localidad bajoaragonesa que luce orgullosa los títulos de “Fiel” y “Muy ilustre”, otorgados por Felipe V. Originalmente recibía el nombre de Alkol, que provenía del árabe Al-Kura, en referencia a “las alquerías”. No está tan claro el origen de su actual topónimo, Alcorisa, aunque parece derivar de “alcor”, en alusión a los numerosos cerros presentes en la zona.


En cualquier caso lo que si es cierto es que Alcorisa se sitúa en un fértil  territorio poblado desde el inicio por diferentes culturas los testimonios más antiguos de los que tenemos noticia se sitúan en los yacimientos de Fila de la Muela, El Morenillo y Mas del Hambre. El primer asentamiento poblacional rastreado es el poblado íbero del Cabezo de la Guardia, declarado Bien de Interés Cultural en 2001, donde se han localizado fragmentos de cerámica pintada y restos de unas antiguas termas romanas. En la actualidad el yacimiento está incluido en la Ruta Íberos en el Bajo Aragón, un interesante producto de turismo arqueológico y cultural basado en la cultura ibérica del área oriental de Aragón.

alco02Tras la reconquista Alcorisa formó parte de la donación que hizo Alfonso II a la Orden de Calatrava (1179) y estaba incluida, en 1263, en el distrito de Alcañiz. La localidad fue creciendo en población  y riqueza hasta convertirse a finales del siglo XVI en una población pujante que ansiaba más independencia para poder regir su destino. En 1591 se consiguió del Rey Felipe III la autonomía necesaria para ejercer la jurisdicción civil en trámites menores pero no fue hasta 1605 cuando, tras varios  años de pleitos y recursos,   el Rey otorgó a Alcorisa el ansiado título de  Villa que como especifica el privilegio real permitió:

"…que de aquí adelante los vecinos de Alcorisa sean y se entiendan por apartados y eximidos de la  villa de Alcañiz en su jurisdicción civil y criminal, con sus tierras y términos”.

En la actualidad este  hecho histórico  en conmemorado por los vecinos de la Villa con la celebración de la denominada Fiesta de la Villa de Alcorisa una multitudinaria recreación histórica de carácter bienal que devuelve al municipio al Siglo de Oro.


Una de las imágenes que más llama la atención del viajero que llega por vez primera a Alcorisa es la de las poderosas colinas que se recortan  sobre uno de los flancos de la población y el   silencioso duelo de siglos que estas mantienen con la verticalidad de la torre campanario de la iglesia parroquial. Es precisamente ese  cercano entorno natural, bello y cargado de simbolismo, el  que recomendaremos para iniciar el paseo que probablemente más perdurará en el recuerdo de quienes llegan Alcorisa.


El recorrido  por el Monte Calvario combina la belleza de  un entorno natural plagado de vegetación y pinos  que se disfruta a medida que avanzamos por el  empedrado camino que conforma el Vía Crucis trazado en el siglo XVI, los peirones y capillas que jalonan el recorrido irán mostrándose al caminante que podrá disfrutar además de  tranquilos rincones con vistas a la población y su entorno. Durante el paseo es posible divisar  cabras montesas, habitantes del lugar, convertidas ya en parte del atractivo de la visita. Cercanos a la cima del monte encontraremos la ermita del Santo Sepulcro, uno de los símbolos de Alcorisa, construida en el siglo XVI  invita a realizar un sereno descanso antes de continuar el camino que nos llevará  a la cima.  Una vez arriba y dejando a un lado la ermita de San Juan (SXVII) nos dirigiremos al mirador natural que conforma la peña San Juan para poder disfrutar del magnífico paisaje que se presenta, con la cúpula de la torre de la iglesia en primer plano.


El Monte Calvario es, además, el escenario natural donde se  viene representando desde hace casi treinta años “El Drama de la Cruz” que atrae  a Alcorisa a miles de personas el día de Viernes Santo  convertido ya en una de las referencias no solo de la Semana Santa Alcorisana sino también de la Ruta del Tambor y el Bombo en el Bajo Aragón. Los bien escogidos escenarios naturales dotan a la representación de un realismo que, unido a la calidad y entrega de los actores,   hace que creyentes y paganos se sobrecojan  año tras año con cada una de sus escenas.


alco03Una vez se ha  descendido y como continuación a la visita  hay que situarse  en la escalinata de de La Iglesia de Santa María La Mayor para disfrutar de la  belleza de su fachada barroca  y la monumentalidad de la  torre campanario (S XVIII) de reminiscencias mudéjares, conjunto que  fue declarado  bien de Interés Cultural en el año 2002.


Tras la visita al conjunto que conforman la refrescante “fuente de los tres chorros” (SXVIII) y  los lavaderos,  aún hoy en día en uso, y en los que todavía es posible ver a señoras lavando la ropa a la antigua usanza, el recorrido proseguirá  callejeando por un casco antiguo que  mantiene el trazado medieval y en el que  encontraremos hornacinas y pequeñas capillas en honor a los Santos que  dan nombre a las calles y donde conviven  ejemplos de la arquitectura popular aragonesa, comercios y, como no,  acogedores rincones. Mención especial merece la Plaza de los Arcos, escenario de tantos acontecimientos históricos.

Finalizaremos la visita al casco urbano en la iglesia de San Sebastián (S.XVIII) totalmente rehabilitada y que  en la actualidad acoge  el Centro de Interpretación de la Semana Santa, el Museo de la escuela rural y el centro de visitantes de la Ruta de los Iberos.


El centro de Interpretación de la Semana Santa permite, gracias a una efectista  proyección multimedia y a la cálida locución, conocer la Semana Santa alcorisana; su origen, sus sonidos, sus tradiciones. En un momento determinado el audiovisual deja la pantalla para integrar a quien lo ve en la realidad que lo rodea mostrando los Pasos, las túnicas de las cofradías, la misma iglesia… el efecto es magistral  e inolvidable.


En el piso superior, se encuentra el fascinante Museo de la Escuela que nos permitirá realizar un emocionante viaje  a los días escolares nuestra infancia: pupitres, mapamundis que permiten apreciar que el tiempo pasa y todo cambia, libros, aquella leche en polvo, trabajos manuales, los primeros ordenadores… En una de las salas accederemos al interior de una bien ambientada escuela de postguerra que esconde algunas sorpresas para descubrir. Por último el museo ofrece la posibilidad de obtener un recuerdo inolvidable repitiendo la fotografía que nos hicieron hace décadas en nuestros primeros días de colegio: la bata azul o rosa, para todas las tallas;  la esfera terrestre, el busto de la Santa Infancia y detrás el  mapa de España… interesante ¿verdad?.


Otro agradable paseo por  Alcorisa se podrá realizar  recorriendo el recientemente concluido Parque Fluvial del Guadalopillo, que incluye además del magnífico y soleado parque un andador con carril bici que discurre por la ribera del Guadalopillo hasta llegar, pasando por la zona de descanso de las Calderuelas, a las piscinas municipales, recuperando para  el pueblo unos espacios naturales que han sido muy bien aceptados por sus habitantes.

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Los amantes del senderismo y la bicicleta disfrutaran en Alcorisa con el sendero de pequeño recorrido que une la población con el cercano embalse de Gallipuén o el muy interesante recorrido que  permite descubrir las  abandonadas y nunca utilizadas  estaciones de ferrocarril, puentes y apeaderos que dejó en nuestro término municipal el fracasado proyecto que se planteó durante la Dictadura del General Primo de Rivera de  construir una línea de ferrocarril que uniese  Teruel y Cataluña.

 

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Bienvenidos a la Codoñera, localidad del Bajo Aragón, situada en el valle del río Mezquín, a 16 kilómetros de Alcañiz. Su topónimo procede del término “codony”, o membrillo, debido a la abundancia de este frutal en la época de la repoblación que se realizó tras la reconquista cristiana del territorio.

Los restos más antiguos encontrados se remontan al Eneolítico, hacia el 3000 a.C y se ha rastreado la existencia de un interesante poblado ibero en el cabezo de Santa Bárbara.

TAÑIDO César RuedaLos primeros testimonios escritos referidos al asentamiento actual aparecen en 1.225 como aldea dependiente de Alcañiz y su pertenencia a la Encomienda Mayor a la Orden Calatrava. La Codoñera, dependiente del Alfoz de Alcañiz,  forma parte de la donación territorial que Alfonso II hace a la orden de Calatrava tras la reconquista cristiana, en el siglo XII. Esta situación provoca una larga pugna por su independencia hasta 1624, cuando la población obtiene por una Concordia cierta autonomía municipal.
El 21 de mayo de 1776, Carlos III le concede el Título de Villa, al tener 200 vecinos útiles y la separa de la jurisdicción de Alcañiz.Otro momento histórico destacable se produce el 12 de octubre de 1833, cuando se produce en la Codoñera el temprano pronunciamiento carlista de Manuel Carnicer, a los pocos días de la muerte de Fernando VII.


Su casco urbano atesora interesantes ejemplos arquitectónicos que plasman el devenir de la villa. Destaca entre ellos la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora.Se comienza a edificar en el siglo XIII y su construcción se dilata en diferentes etapas cronológicas. Finalmente su aspecto se circunscribe fundamentalmente al estilo barroco, con columnas salomónicas en su portada, bóvedas de cañón con lunetos y gran torre campanario. De su origen gótico conserva rasgos como la cabecera poligonal y las capillas cubiertas con bóvedas de crucería estrellada; en una de estas han aparecido frescos del siglo XVII.Junto a la iglesia se encuentra el edificio renacentista que alberga la Casa Consistorial (1576-1579). En origen se construyó como casa de la Cofradía de Santa María y San Valero,  que ostentó el poder local hasta la autonomía de la Codoñera en el siglo XVII. Construida a “lo romano”, en ella se plasma el gusto clasicista con el uso de la piedra sillar, el arco de medio punto como entrada y la galería de arquillos típicamente aragonesa que se desarrolla bajo alero de madera volado.Situado en un lugar privilegiado, un interesante peirón con representaciones escultóricas de santos, dirige nuestra mirada a las diferentes ermitas de la zona. La dedicada a Nuestra Señora del Loreto, restaurada en 1940 tras los destrozos de la guerra civil, alberga un monumental baldaquino y una bella cúpula sobre pechinas. Otras dos ermitas pueden visitarse en el término de la Codoñera, la del Calvario o Santo Sepulcro y la de Santa Bárbara, situada en el cabezo del mismo nombre, y que constituye un mirador inmejorable.

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Finalmente, no podemos olvidar otras muestras de arquitectura etnológica, como el trinquete, la antigua tejería, la nevera, el restaurado lavadero, restos del molino aceitero, y en el Barranc Fondo el Molí Siscar, dedicado a la producción de harina.

 

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Bienvenidos a Jaganta, localidad de la comarca del Bajo Aragón y barrio de la cercana villa de Las Parras de Castellote, de la que dista escasos 3 kilómetros. Se sitúa en la cabecera del Barranco de Las Parras, cuyas aguas van a parar al río Guadalope. A ella se puede acceder desde la propia carretera de las Parras o desde la presa del pantano de Santolea.Hasta el siglo XVIII recibió el nombre de Saganta, topónimo que posiblemente tenga origen indoeuropeo.

Las calles y rincones de Jaganta nos invitan a caminar pausadamente e imbuirnos del sosiego que emana de sus muros. La historia de la población y sus gentes respira a cada paso. Entre los edificios más interesantes se encuentran su antigua almazara y la iglesia de San Felipe y Santiago.


jag02La almazara de Jaganta, construida en el siglo XVII y restaurada en 1995, se conserva en perfecto estado y ejemplifica a la perfección el proceso preindustrial de la molturación de la oliva, con el fin de obtener el tan apreciado aceite de oliva del Bajo Aragón.


Se trata de un sencillo edificio de tapial, con dos vanos de acceso y techumbre a una vertiente sobre estructura de madera, y cubrición de cañizo y teja de tipo árabe. Destaca en altura el torreón de planta cuadrada que alberga el mecanismo de la prensa. Junto a la entrada se ubica la fuente, con su balsa, que cubría las necesidades del molino.


A interior la almazara conserva la maquinaria tradicional. El ruello de piedra con el que se machacaban las olivas se accionaba a sangre, un animal de carga giraba para accionar el mecanismo y obtener la pasta de oliva, que pasaba a la gran prensa de libra, compuesta por una enorme viga que consta de seis maderos unidos por piezas metálicas. Ésta actuaba a modo de gran palanca, accionada por un contrapeso o enorme piedra de unos 3000 kilos. Una vez prensada la pasta de oliva, se echaba agua caliente a los pies de la prensa, para que el aceite discurriese fácilmente por las canaletas hasta las pilas, donde ambos líquidos se separaban por decantación.


El otro gran edificio de Jaganta es su iglesia, dedicada a San Felipe y Santiago. Construida en el siglo XVIII en estilo barroco, sobre su portada puede leerse la fecha 1742. Edificada en piedra sillar, presenta rasgos de un elegante estilo barroco, en el que destaca su bella portada, a modo de templete flanqueado por estilizadas guirnaldas vegetales.

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Por su parte, llama la atención la lonja de doble arco que se alza junto a la iglesia, construida en 1866, o la Fuente de los cipreses.


Finalmente, y ya fuera de la población, camino a las Parras de Castellote, se sitúa la ermita de San Pedro Mártir. Los cipreses embellecen el entorno de esta edificación, enlucida y pintada en blanco. Construida en 1795, en estilo barroco, presenta planta centralizada y porche o atrio de acceso, definido por arco rebajado.

 

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Bienvenidos a Alcañiz, capital del Bajo Aragón. Situada en el meandro que traza el río Guadalope para “abrazar” al cerro de Pui-Pinos. Su topónimo, de origen árabe, alude al cañizo o la caña, presente en su escudo. A su nombre acompañan los títulos de “ciudad”, “leal”, “muy leal” y “heroica” por la valentía de Alcañiz en diferentes contiendas.

alc03Son numerosas las huellas que del pasado de Alcañiz todavía se conservan y nos hablan de su historia y pobladores. Testimonio de los primeros asentamientos son las pinturas rupestres de Val del Charco del Agua Amarga, declaradas patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Asimismo se han localizado los poblados íberos de El Palao, el Taratrato y la necrópolis de El Cascarujo, todos ellos pertenecientes a la “Ruta de los Íberos”, cuya exposición permanente se sitúa en el Molino Mayor de Alcañiz, a falta de concluir el futuro Centro de Visitantes.

El origen de la villa que hoy conocemos se remonta a la Edad Media. Tras la reconquista del territorio por los reyes cristianos, Ramón Berenguer IV otorga carta puebla en 1157 a Alcañiz. En 1179 Alfonso II dona a la Orden de Calatrava un amplio territorio de la región.

Los ejemplos que nos trasladan a este periodo son el castillo calatravo, situado en el cerro que presidía la villa , la gran torre-campanario de la iglesia de Santa María la Mayor ( SXIV) o la majestuosa lonja del siglo XV. Asimismo, todavía se conserva el conjunto formado por los pasadizos subterráneos medievales, la bodega y la nevera, incluida en la ruta de las Bóvedas del Frío, visitables desde la oficina de turismo, así como el Molino Mayor.

En el Renacimiento, un importante círculo de humanistas surge en Alcañiz. Se construyen la espléndida casa consistorial, en ángulo con la lonja gótica en la plaza Mayor, o la iglesia de Santo Domingo, hoy reconvertida en el espacio DE HISTORIA  ATRIVM. También se levantan numerosos palacetes como la Casa Maynar, sede de la comarca, o la Casa Ardid, que alberga en la actualidad la biblioteca y el archivo.


El estilo barroco irrumpe en Alcañiz, dejando su visible huella en numerosos ejemplos de arquitectura religiosa. Entre ellos sobresalen la iglesia de Santa María la Mayor o la ermita de la Virgen de Pueyos. Además de las iglesias del Carmen, San Francisco o Escolapios. Bajo esta corriente se construye, en la parte sur del castilloel Palacio de Comendadores, hoy Parador de Turismo.

Con el siglo XVIII se inicia un extenso periodo de industrialización. Surgen molinos, hornos, fábricas… y urbanísticamente la ciudad se satura. El periodo de la Restauración y el paso al siglo XX nos dejan muestras del florecimiento de estos años: las bellas casas modernistas del Paseo Andrade y la casa Taboadael teatroel mercado o la popular fuente de los 72 caños del parque de la Glorieta. A su vez, el ferrocarril llega a Alcañiz, lo que supone la expansión industrial al otro lado del río.

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El siglo XX ve crecer la ciudad, interrumpido únicamente por la guerra civil, desarrollo que culmina en los años 50, con el surgimiento de los pueblos de colonización de Valmuel y Puigmoreno. Hoy, Alcañiz es una ciudad viva, en la que el esplendor de su recuperado casco histórico, convive en perfecta armonía con la ciudad moderna, creada a su alrededor.

Perteneciente a la Ruta del Tambor y el Bombo, la Semana Santa de Alcañiz es una parada ineludible, al igual que su mercado medieval o “El vencimiento del dragón”, que se lleva a cabo el 23 de abril, festividad de San Jorge, patrón de Aragón.

 

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Bienvenidos a Belmonte de San José / Bellmunt de Mesquí, lugar de nacimiento del escritor regeneracionista Juan Pío Membrado, situada a orillas del Mezquin. Su topónimo procedería de “bellus mons”, al que siguió el sobrenombre “del Mezquín” y finalmente, “de San José”.

Se conservan numerosos yacimientos de la época del Hierro e ibéricos. A partir de la Reconquista, el núcleo poblacional que conocemos pasa a formar parte de la donación que Alfonso II hace a la Orden de Calatrava. De los calatravos recibe, en 1232, Carta de Población y en 1338, Carta de Franquicia, obteniendo el título de villa. Estuvo adscrita a la encomienda de Monroyo y a partir del siglo XVIII formó parte del Corregimiento de Alcañiz, hasta la división provincial en 1833.

neveraEl trazado urbano de Belmonte nos traslada a época romana y sus calles, salpicadas de portales de su antiguo recinto amurallado del siglo XVIII, esconden bellos rincones como el Portal de Soldevilla, que conserva su fábrica original. Destaca, entre sus edificios, su iglesia parroquial dedicada al Salvador, realizada en mampostería y cantería durante el siglo XVIII en estilo barroco. Muy influida por la antigua iglesia colegial de Alcañiz o la basílica del Pilar de Zaragoza, sus naves se elevan a la misma altura, siguiendo la tipología de iglesia-salón. Posee una magnífica torre-campanario, que observa desde las alturas los tejados de la villa, y una bella portada con arco mixtilíneo decorado con guirnaldas. Al interior, el precioso órgano realizado por los hermanos Turull, maestros organeros de Calanda, nos brinda sonidos de otro tiempo. Nuestros pasos nos llevan al núcleo civil de la villa, laCasa Consistorial, construida en el siglo XVI y reformada posteriormente. Su lonja, de arcos de medio punto, nos da la bienvenida y alberga, bajo su sombra, la antigua cárcel, en la que se conserva la gran cadena con grillete que mantenía sometidos a los presos. Si exploramos sus calles tomamos conciencia del numeroso patrimonio que Belmonte conserva: Su antiguo horno comunal, de grandes arcos, y rehabilitado recientemente; las casas solariegas de los Bosque y de la plaza Solá, hoy del Pilar; o la Casa Membrado.

Y su entorno también nos brinda sorpresas. La magnífica nevera de los calatravos, integrada en la “Ruta de las Bóvedas del Frío”. Construida en el siglo XVI y de estructura semisubterránea, esconde sus muros de piedra de más de 9 metros de altura, que fueron utilizados por lo belmontinos hasta no hace tanto tiempo. Lo mismo ocurre con el molino aceitero de La Pedrera o los restos de la antigua tejería.

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Finalmente, podemos visitar la “Casa Redonda”, la “Torreta de los Cándidos”, las numerosas ermitas entre las que destacan la de San José o el conjunto agrupado en torno al Calvario, o los bellos paisajes del Mezquín o el barranco Fondo.

 

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Bienvenidos a la Cerollera, localidad de la comarca del Bajo Aragón, situada en el interfluvio de los ríos Guadalope y Matarraña, a 30 kilómetros de Alcañiz. Su topónimo procede del acerollo, nombre del serbal en Aragón, debido a la abundancia de esta planta en la zona.

Tras la reconquista cristiana, el núcleo que hoy conocemos se integra en los territorios que Pedro II dona a la Orden de Calatrava, a quienes concede el castillo de Monroyo y sus aldeas, entre las que se encontraba la Cerollera. Esta dependencia provoca dilatados pleitos con Monroyo, que no se solucionan hasta 1745, cuando Felipe V otorga a la localidad el título de villa. Como el resto de las poblaciones de la zona, forma parte del corregimiento de Alcañiz hasta 1833, con la división provincial.

El mejor modo de conocer las calles y las gentes de La Cerollera comienza en la Plaza de la Constitución, donde se localizan los edificios más emblemáticos de la villa: su iglesia parroquial y el ayuntamiento. Sus calles están plagadas de magníficos ejemplos de arquitectura popular.

 

La iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Remedios  se erige en el siglo XVIII. Se trata de un  hermoso templo barroco, en sintonía con las iglesias del Bajo Aragón que se construyeron coetáneamente, siguiendo la estela de la basílica del Pilar de Zaragoza y la iglesia colegial de Alcañiz. Presenta tres naves que se elevan a la misma altura, sobre esbeltos pilares dobles y cubiertas con bóveda de cañón con lunetos y bóvedas de arista respectivamente. A sus pies se sitúa la portada principal, de perfil mixtilíneo, con su magnífica torre en el lado de la epístola.

Por su parte, el edificio de la Casa Consistorial se construye en mampostería y sillería. En su fachada se abren dos grandes arcadas de medio punto a modo de lonja que albergan la entrada y la antigua cárcel, hoy ligeramente reformada.

Continuamos la visita paseando por las calles de la Cerollera, salpicadas de bellos rincones, en los que todavía quedan muros enlucidos de añil. La calle Rafec alberga interesantes edificios que nos hablan de la vida e historia de la localidad. En el número 12 se encuentra la espléndida casa-palacio del marqués de Santa Coloma, realizada en el siglo XVI en la línea estilística de las casas nobles de la época. Levantada en sillería, con acceso en arco dovelado, presenta típica galería aragonesa de arquillos y remate en alero de madera volado con doble hilera de canecillos.
 

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En la calle Bajada de la Plaza, se sitúan otros  edificios de gran interés como   “Casa del Mas de la Parra”, “Casa Peris” y “Casa Marcelino”. Otros edificios interesantes son  el del  “Horno Nuevo” , restaurado y  situado en la Calle Horno, nº 7, que es utilizado como edificio multiusos o la   “Casa Borrás”, situada en Calle Mesón.

En la calle Llana nos topamos con la casa Pallarés, sita en el número 6. Se trata de una construcción realizada en el siglo XVII, con noble piedra sillar, rematada en magnífico alero. Conserva la balconada corrida más larga de la comarca.
Finalmente, fuera de la población, sobre una colina cercana a la villa, encontramos la ermita de San Cristobal, datada en el siglo XVI. Y junto al Mas de Caubet, los restos de una antigua nevera de montaña.

En La Cerollera, también podemos disfrutar de un pedacito de nuestra historia más reciente. El "Centro de Interpretación de la Guerrilla", es un magnífico espacio cargado de información que se complementa con la visita al campamento gerrillero. Pincha AQUÍ para tener más información y horarios.

En la página web del muncipio el viajero podrá encontrar una completa información sobre las rutas senderistas de pequeño recorrido:  “Ruta Pas y Cova del Molí” y “Ruta de las Fuentes”, todas ellas señalizadas con panel explicativo, postes señalizadores y balizas.

 

ENLACES RECOMENDADOS

20 pueblos, 20 citas Romería Al Santet.

Más información sobre el Patrimonio de La Cerollera

Catálogo etnográfico. 

Catálogo Paisajístico y Medioambiental. 

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Bienvenidos a la Cañada de Verich, localidad del Bajo Aragón situada entre los ríos Mezquín y Bergantes, a 25 kilómetros de Alcañiz, capital de la comarca.  Su topónimo alude al término latino “canna”, refiriéndose a “valle estrecho” o “valle de un torrente”. A éste acompaña el término Verich, que seguramente sería un antropónimo.

 

Al igual que las localidades de la zona, la Cañada de Verich formó parte de la donación territorial que Alfonso II hizo a la Orden de Calatrava y perteneció a dicha encomienda durante toda la Edad Media. En 1491 los Reyes Católicos conceden a la localidad Carta de Repoblación y Felipe II, en 1547, le otorga el título de villa.

Como en muchas otras poblaciones del entorno, la población ha ido disminuyendo progresivamente a lo largo del siglo XX, pasando de los 282 habitantes censados en el año 1900 a los 259 en 1950, actualmente son 109 las personas censadas en la localidad.

can05Los vecinos de La Cañada de Verich se venían dedicando tradicionalmente a la ganadería y agricultura, con los cultivos propios de la zona como el Olivo y el Cereal. Como consecuencia de la gran helada que tuvo lugar en el año 1956, en la que la mayor parte de los olivos  se helaron, se inició el cultivo del Almendro. Hay que destacar en esta localidad la actividad minera. En su término municipal, de 10,9 kilómetros cuadrados, se encuentran minas dedicadas a la extracción de arcillas refractarias destinadas a la fabricación de elementos utilizados en la construcción y en la decoración. La actividad minera comenzó a principios del siglo XX, con extracciones bajo tierra. Durante muchos años dio trabajo a un buen número de personas de localidades cercanas, e incluso sirvió de reclamo para la llegada de nuevos pobladores, mineros llegados de lejanas tierras que decidieron instalarse aquí. Con el paso del tiempo, la incorporación de la maquinaria y las explotaciones a cielo abierto han hecho que se necesiten menos trabajadores. En estos momentos son 4 las minas que están en funcionamiento. 
Si exploramos su casco antiguo, que fluye sobre la ladera del monte de Las Fajas, pronto nos encontramos en su plaza principal, la plaza de la Iglesia. Construida a dos niveles, acoge los principales edificios de la Cañada de Verich: su iglesia parroquial y nobles edificaciones entre las que se encuentra el palacio que alberga la Casa Consistorial de la villa.


La iglesia parroquial está dedicada a San Blas. Ya existen noticias de la existencia de un templo en 1324, muy intervenido a finales del siglo XVI. En la actualidad podemos disfrutar de una bella construcción muy en sintonía con las iglesias góticas de la zona del Matarraña. Robustos contrafuertes se erigen en torno a su única nave, de gruesos muros carentes de vanos, cabecera poligonal y bóveda de crucería. Su sencilla portada queda rematada por una esbelta espadaña, que dota de gran elegancia al edificio. Al interior, la quietud y la penumbra invitan a la oración y nos trasladan a otro tiempo, lejano a nuestros días.


El Ayuntamiento se sitúa en el sobrio y majestuoso palacio calatravo, relacionado posteriormente con la cofradía de san Blas. Se trata de un edificio de tres alturas, realizado en mampostería y cantería. Su portada presenta arco de medio punto con escudo en la clave.

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Pero la Cañada de Verich nos guarda más rincones y edificios de interés. Situada junto a la carretera se encuentra la ermita del Pilar, construcción barroca del siglo XVIII, de planta central cubierta con cúpula, precedida de atrio de tres arcos a modo de arco triunfal, que alberga su portada, de perfil mixtilíneo.  Su antigua nevera, recientemente restaurada, forma parte de la ruta comarcal de “Las Bóvedas del Frío”. Su espectacular entrada nos da paso a la bóveda interior donde se almacenaba la nieve para su posterior uso. Hoy, su cambiante iluminación, nos acompaña en un viaje en el tiempo, que nos habla de la vida de este bello y a la vez funcional elemento arquitectónico.  Finalmente, también podemos visitar la fuente del Regall, el conjunto hidráulico de la plaza de la Fuente con los manantiales de arriba y abajo, éste último con su restaurado lavadero; el antiguo horno de pan, las norias de riego que salpican la huerta de la villa o el recientemente restaurado  molino de aceite. que actualmente acoge el muy interesante espacio museístico en el que se explica el  proceso de elaboración del aceite de oliva así como la historia de su producción.

La Cañada de Verich  es una de las 11 poblaciones de la Comarca del Bajo Aragón que forman parte del Parque Cultural del Maestrazgo y del Geoparque, en este sentido hay que destacar que la carta paleontológica del Gobierno de Aragón refleja un yacimiento en su témino municipal, concretamente se trata del denominado como Cañada de Verich 001 que se encuentra en las trincheras de la carretera que una esta población con Torrevelilla. Se trata de un yacimiento compuesto por diferentes restos fósiles  de invertebrados marinos (Amontes, belemnites, braquiópodos, etc) del periodo jurásico.

 

ENLACES RECOMENDADOS

www.la-canada-de-verich.es

Más información sobre el Patrimonio de La Cañada de Verich

Catálogo etnográfico. 

Catálogo Paisajístico y Medioambiental. 

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